POR QUÉ LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

02.01.2018

Desde algunas teorías feministas, la causa de la violencia de los varones hacia las mujeres está en el paradigma patriarcal. Esta es una verdad a medias, pues las primeras víctimas del patriarcalismo son los propios hombres, los que posteriormente descargan su frustración sobre las mujeres. Eso es muy diferente, sino se cae en la culpabilización de los hombres por ser varones en si mismo.

Los niños y adolescentes que han sido afectados y deformados en su masculinidad, dejan de ser varones sanos y equilibrados para convertirse en machos agresivos y prepotentes. Así, los que son obligados a demostrar que son "hombrecitos", que deben batirse con los otros para demostrar cuan fuertes son, que deben esconder sus sentimientos caso contrario son unos débiles, etc.; todos ellos, se ven alterados en su condición natural y devienen en machos-alfa que compiten por ser el mejor, el más poderoso, el más rico, el más grande. Y como dentro del sistema patriarcal, obligatoriamente tiene que haber un ganador y no la ayuda mutua como establece el paradigma de equilibrio varón-mujer (integralidad); surgen frustraciones y decepciones, que les conduce a sentimientos de perdedores o derrotados; todo lo cual los lleva a buscar culpables y responsables en los otros, reaccionando con cólera contra sus hijos y su compañera.

Por otra parte, el patriarcalismo ha deformado su sexualidad, que les presiona a iniciarse lo más pronto para comprobar su virilidad, y generalmente lo hacen con prostitutas; convirtiéndose en una primera y decepcionante experiencia que luego trae consecuencias. Descubrir así la sexualidad, en la que se derrumba todo lo que había imaginado que sería la primera vez, el primer beso, el primer amor, etc.; le lleva a desvalorizar a la sexualidad al perderse la magia de la expectativa y de la satisfacción. El sexo se convierte en algo profano o mundano y ya no en algo sagrado o especial, como lo creía aquel adolescente soñador que se abría al mundo. Luego tomará a las demás mujeres como a la prostituta con quién descubrió la sexualidad, como a un objeto que utiliza para saciar sus impulsos. A partir de ahí ha dejado de ser un varón y se ha vuelto un semental que va regando su infortunio en todas las mujeres que encuentra en su camino.

Al no encontrar plena satisfacción en los cabarets, lo intenta a través de la pornografía donde observa a esos hombres capaces de resistir exageradamente el acto sexual y a esas mujeres exuberantes con cuerpos que destilan sensualidad, su instinto sexual se amplifica y quiere poseer mujeres hermosas, perdiendo el control y se lanza a violar a alguna mujer cercana para satisfacer su ansia. La que obviamente no se calma al no haber amor de por medio, sino tan solo la reacción de ira por no tener a esa mujer anhelada y de no ser como esos hombres de prominentes miembros.

Luego se casan por miedo a la soledad, por economía, por estatus, por agradecimiento, por tener un cuerpo a quién poseer, etc., pero rápidamente se dan cuenta de que esa relación no funciona, de que no la aman. Los hijos que nacen no son producto del amor, por lo que vienen sin esa fuerza primordial, y se crían en un hogar donde no hay respeto, comprensión, armonía, sino, en uno en el que papá y mamá son seres frustrados, amargados, enervados. Y así los hijos de sus hijos, lo que se convierte en una cadena de generaciones desnaturalizadas y desvirtuadas de su masculinidad y feminidad auténtica.

Pero lo más grave es el patriarcalismo religioso, que le dice al varón que la mujer es la culpable del pecado original, que ella es la causante de haber ambos sido expulsados del paraíso, de que fue débil y que se dejó atrapar por las tentaciones del diablo, de que como consecuencia fue castigada a parir con dolor, y a que su menstruación la vuelve impura, etc., etc. Cuál es la imagen que recibe ese niño sobre la mujer, qué es lo que se queda en su inconsciente, quién es la responsable de sus desgracias. Luego, todo eso sale en la vida juvenil y adulta a través de culpabilizaciones y castigos inconscientes hacia ellas, las que se expresan de muchas maneras y formas.

En el inconsciente colectivo de todo el mundo patriarcal se ha transmitido por más de 5000 años está visión pecaminosa de la sexualidad, en el sentido de que es sucio y malo, todo lo cual le ha conducido a maltratar la sexualidad suya y la de ellas. La energía sexual es la energía más poderosa, es la fuerza creadora, germinadora, dadora de vida, y cuando esta energía no está tomada ni canalizada sagradamente se vuelve una conciencia del mea culpa, que necesita castigarse y castigar a todo, especialmente a ella que representa el arquetipo de la traidora y la cómplice del mal (diablo).

A esto, se añade la frustración social cuando observa que no puede tener lo que ciertos varones afortunados tienen, que lo que gana no le alcanza, y por otro lado, se da cuenta que hay hombres que roban en altos puestos dentro del estado, que con el dinero se puede conseguir todo lo que se quiera, etc. Ese hombre frustrado que no puede vivir una vida digna, descarga toda esa rabia en su mujer y sus hijos. El patriarcalismo del capitalismo es el que más desengaños trae, por ello es que cada vez son más altos los niveles de feminicidios, de violaciones, de acoso sexual, de violencia intrafamiliar, etc.

Este el tipo de varones que ha creado el patriarcalismo, llenos de fracasos, culpabilidades, iras; las que han sido acumuladas histórica y genéticamente, y que ante la impotencia la canalizan destructivamente en guerras de conquista, en invasiones, en atentados, en ataques, en competiciones, etc. Y los perdedores de todo ello, que son casi la totalidad de los varones, descargan todo su pesar entre los miembros más cercanos de su entorno.

Para que este patriarcalismo funcione y se consolide, los patriarcas (empezando desde Abraham), han enseñado desde ahí como dominar al otro, pero para ello lo primero que aprenden es hacerlo casa adentro, sometiendo a su mujer y a sus hijos. Eso ha venido haciendo en su hogar, cada padre descendiente de las religiones monoteístas desde hace unos 6000 años en el medio oriente, luego desde hace unos 2500 años los europeos y los asiáticos, y desde hace 500 años los padres de todo el mundo.

Entonces, no son lo principal las leyes e instituciones de defensa y protección de la mujer, sino el ir a las causas que la generan. El problema está en el sistema patriarcal que genera un tipo de varones, los que luego desatan sus pérdidas con ellas. Por otra parte, las leyes de protección de la mujer siguen la lógica patriarcal, que lo único que hacen es reprimir, y ello no educa y peor sana, por el contrario, aumenta la violencia contra las mujeres de esa u otras formas.

Nosotros los varones tenemos que hacer nuestra sanación personal, entendiendo que somos los portadores de la frustración y la rabia de todos los hombres antes de nosotros. Que llegamos a este mundo heredando todo el dolor, el sufrimiento, la tristeza, de todos nuestros ancestros; y la cual no sabemos manejarla adecuadamente y lo que hacemos es destruir a nuestras parejas, no precisamente por ellas sino porque no sabemos qué hacer con esa carga que portamos. Y de otra parte, lo que generalmente solemos hacer es rechazar, juzgar y criticar, a nuestros padres, abuelos, y demás varones de nuestro linaje; con ello lo único que hacemos es afirmar y fortificar todo ello que no queremos ser.

Nuestra sanación y cambio vendrá cuando seamos comprensivos, respetuosos, agradecidos, con todo lo que ellos fueron, así no lo entendamos ahora. Cuando seamos capaces de honrar todo su malestar, su desaliento, su cólera; solo ahí podremos cortar con todo ese pasado, y esa diferente conciencia la trasmitamos genética y culturalmente a nuestros hijos e hijas; los que ya serán fruto del amor y no de un momento de aburrimiento, de un vacío, de un miedo, de una decepción. Aceptando y agradeciendo a todos los hombres tal como son actualmente, es posible cambiar todo ello.

Las mujeres también deben acogerlos en su situación de sufrimiento, respetarlos porque son los compañeros que escogieron y son los padres de sus hijos, honrarlos por cuanto les ha tocado pasar en su vida por cientos de generaciones. Si los rechazan, los menosprecian, los juzgan, no los están ayudando ni se están ayudando ellas mismas, por el contrario, siguen acentuando el desamor y el desamor solo hace que éste se aumente.

Cuando amemos a todos y todo en su condición actual, viene el cambio; si esperamos que cambien para recién amarles, eso no llegará. Solo desde el amor viene la transformación, todo cambio desde el odio, la venganza o el juzgamiento, solo genera más de lo mismo pero de otra forma. Esa la historia mundial desde el patriarcalismo hasta su cúspide máxima en nuestros días con sus diferentes ramas políticas, sociales, económicas, familiares, conceptuales, expresadas anteriormente.

Tantos hablan de cambios, revoluciones, liberaciones, pero éstas no llegan, pues todas siguen las mismas estructuras patriarcales, y desde ahí solo hay nuevas formas de dominación y sometimiento. Salir del capitalismo sin salir del patriarcalismo en todas sus facetas solo genera capitalismo de estado, u otros tipos de capitalismo. Si no hay cambio personal todo cambio social es una falacia, y viceversa, todo cambio personal sino está encaminado a un cambio social solo es una ilusión.

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