Por qué no logramos cambiar

30.12.2017

Todos queremos cambiar, mejorar nuestra situación, tener una vida plena, ser felices; pero no lo logramos. Queremos desprendernos de todo aquello que no nos gusta, que nos hace daño, que no nos sirve; pero mientras más lo deseamos más se afirma, más se repite, más se profundiza. Eso se debe, a que tenemos un sentimiento negativo hacia todo ello. Lo rechazamos como algo feo. Lo juzgamos y lo criticamos como algo detestable. Y con ello, lo que estamos haciendo es trayéndolo nuevamente a nuestra vida, ya que no hemos aprendido a honrar y agradecer esas experiencias. Si no valoramos y reconocemos a ese pasado, es que no apreciamos a esa situación que nos ha permitido conocer algo, y consecuentemente ese pasado se volverá a presentar.

Mientras más tengamos un sentimiento de desprecio o de rechazo hacia algo o alguien, no lo estamos dejando o soltando, sino que lo estamos sosteniendo y seguirá presentándose en nuestro camino, a través de nuevas personas que están igual que nosotros. Cuando amemos a todas nuestras experiencias y a lo que somos ahora que no nos gusta, estamos en la posibilidad de cambiar. El cambio viene del amor a todo lo que hemos hecho y a todo lo que somos, caso contrario seguiremos siendo lo mismo, seres en desamor.
Lo importante de nuestras vivencias no es si fueron positivas o negativas, sino las enseñanzas que traen consigo; y si solo acogemos a las que creemos positivas y rechazamos las negativas, lo que estamos haciendo es que las negativas se consoliden y las positivas se vuelvan negativas porque no hemos aprendido de ellas. Clasificar y calificar en buenas o malas a nuestras vivencias, es juzgar y con ello buscando una sentencia, la que tiende siempre a castigar. Amando nuestro pasado, que significa aceptar y agradecer todo lo vivido, sin hacer distinciones de elogio o de disminución, es posible encontrar la armonía y el equilibrio en nuestra vida.

A los que más rechazamos o con quienes solemos tener mucho resentimiento, son con nuestros progenitores; y mientras más alto sea éste, más reproducimos en nosotros lo que criticamos en ellos. Vamos por la vida arrastrando esa situación y comportándonos siempre como hijos resentidos, sin que jamás lleguemos a ser adultos que caminan por sí mismos, sino hijitos de papá y mamá que se pasan la vida quejándose de lo que les hicieron o de lo que no tuvieron. Y luego eso lo buscan llenar con una pareja, y como no lo hallan en el otro lo buscan en su trabajo, y como no lo encuentran ahí lo buscan en el dinero, y como tampoco lo encuentran lo buscan en las adicciones, y así sucesivamente. Cuando honramos, respetamos, y agradecemos a nuestros progenitores, nos encontramos a nosotros mismos y estamos completos. No importa lo que ellos fueron con nosotros, simplemente que valoramos que gracias a ellos tenemos la vida, que si ellos no se hubieran unido no existiríamos nosotros. Al honrar a nuestros progenitores porque fueron los únicos progenitores que nos dio la vida y de los cuales venimos, es que podemos desprendernos de ellos y recoger nuestro propio poder y energía. Querer cortar con los padres, a través del rencor, del rechazo, del perdón; es por el contrario estrecharlo más y no lograr caminar con nuestros propios pies, sino siempre con el de ellos. Solo a través del amor, es decir, del acogimiento y de la aceptación, tenemos la capacidad y la posibilidad de ser diferentes.

Si rechazamos o cuestionamos a nuestros progenitores, estamos rechazando a la vida tal como es, y lo que estamos haciendo es atraer eso que justamente no queremos ser. Luego nuestros hijos también nos juzgan o nos juzgarán de la misma manera, y así la cadena se repite infinitamente. Si no los respetamos y nos pasamos la vida cuestionándolos, nuestra vida se vuelve lo mismo, llena de irrespetos y de críticas por parte de personas que están también dentro de esa misma conciencia. Cuando no aceptamos a nuestros progenitores tal y como fueron, nos pasamos la vida peleándonos con todos, y criticando por qué la vida es así, o molestos porque no tenemos la vida que quisiéramos. Si estamos peleados con nuestros progenitores, estamos peleados con la vida, y nos llegan golpes y golpes; y la vida espera que nos rindamos y nos demos cuenta de que con los golpes no se consigue armonía, sino solo sentimientos de frustración y desaliento.

Cada vez que rechazamos o juzgamos algo de nuestro proceso humano y lo vemos como fracaso, no estamos viendo que esos son los pasos para activar nuestras habilidades. Si no consideramos a esas equivocaciones como derrotas sino como enseñanzas, es que tendremos la fuerza para levantarnos y hacer que fluya nuestra vida. Honrando nuestros errores, es que el futuro será otro. Podremos encontrar la armonía, a partir de vivir las discordias. Solo amando la vida como es, con sus alegrías y tristezas, es que la vida se nos vuelve mágica y maravillosa.

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar